Jueves 23 de junio, 2022
Vamos a decirlo bien claro.
El principal responsable de la masacre escolar de Uvalde, Texas es el asesino. No voy a mencionar el nombre de ese monstruo que asesinó a 19 niños y 2 maestras.
Pero hay otros responsables. Son responsables quienes le vendieron las armas al asesino.
Son responsables sus familiares, que sabían de su comportamiento errático y sus amenazas de desatar violencia y no hicieron nada para impedir que esa rabia que le consumía se convirtiera en una orgía de muerte.
Es responsable toda una mediocre clase política y toda una sociedad incapaz de impedir que las armas de fuego lleguen a las manos de estos demonios.
Son responsables quienes fueron incompetentes y criminalmente negligentes al no asegurar la protección de quienes estaban en la escuela.
Antes de que irrumpiera en la escuela el asesino, no se habían tomado las precauciones recomendadas y basadas en la ya trágica y bochornosa experiencia que tenemos en este país de masacres escolares.
Y es especialmente responsable por la magnitud de la tragedia el jefe de la policía escolar de Uvalde, Pedro ´´Pete´´ Arredondo.
Sobra la evidencia de que Arredondo, por cobardía e ineptitud, no acató los protocolos que desde hace años se adoptaron sobre la respuesta policial a una masacre escolar.
Básicamente, esos protocolos indican que la policía tiene que responder con inmediatez a una masacre escolar y dar de baja al tirador.
Arredondo, que como jefe de la policía escolar tuvo el mando de la respuesta policial a la masacre, ignoró todo lo que tristemente se ha aprendido como resultado de la cadena de masacres escolares que venimos sufriendo desde hace décadas.
Arredondo impidió que los policías entraran al aula donde se atrincheraba el asesino. Los familiares de los niños le gritaban que diera la orden para dar baja al asesino.
Varios policías exigían que se les diera la orden de entrar.
Una madre logró entrar a la escuela y rescatar a sus dos hijos.
La estación de policía de Uvalde recibía llamadas de niños que estaban dentro de la escuela, rogando ser rescatados.
Y el cobarde Arredondo no hacía nada.
Finalmente, una unidad de la Patrulla de Fronteras, por su cuenta, ignorando las órdenes de Arredondo, irrumpió en la escuela y mató al asesino.
Pero ya habían muerto 19 niños y 2 maestras.
Quizás el saldo pudo ser menor.
Han pasado días. Los muertos están enterrados. Los familiares de las víctimas siguen desconsolados.
El asesino se quema en el infierno. Y el miserable Arredondo sigue vistiendo su uniforme y cobrando un sueldo como jefe de la policía escolar a la vez que se desempeña como consejal en Uvalde.
