El I° Congreso Nacional de Filosofía de 1949, celebrado en la Universidad Nacional de Cuyo, fue clausurado el 9 de abril de ese año por el entonces presidente Juan D. Perón, quien expuso una de las esencias de su Movimiento Nacional Justicialista, al hablar acerca de la “comunidad organizada y el sentido de la norma”.
En rigor de verdad y si uno va a las actas originales, la alocución magistral de Perón no llevaba título, pero quienes la editaron y publicaron la rotularon “La Comunidad Organizada” dado que así comenzaba el acápite –XX– de su exposición.
En ese subtítulo también se había consignado las palabras “Sentido de la Norma”, pero Perón no dejó muchas precisiones sobre ello. Aspecto olvidado por los editores y también por los propios justicialistas quienes no sólo omitieron esa consigna en sus prácticas públicas, sino que en sus sucesivas administraciones al frente del país la han violado sistemáticamente, refugiándose en una comunidad organizada light o casi desorganizada o peor aún con organizaciones sociales no institucionalizadas que cortan las normas de tránsito a gusto y piacere y ahora hasta acampan en plazas públicas.
Pero lo peor de todo, según lo están poniendo en evidencia los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola en el llamado juicio de “Vialidad”, es que las máximas autoridades del país, con varios de sus más leales funcionarios, crearon nomas para quedarse, mediante acciones típicas, antijurídicas, culpables y sancionables con una pena, con los fondos públicos y/o para, a través del Estado, hacer negocios ilegales privados.
De ahí al sin sentido de la norma y a la comisión de delitos, hay un solo paso.
Javier R. Casaubon