Durante 24 horas de este fin de semana, el Gobierno de Vladímir Putin se ha enfrentado a una rebelión armada de miles de mercenarios liderados por un contratista del Kremlin que amenazaba con tomar Moscú. Este domingo, la normalidad volvía a las calles de Rusia.
Lo que ha pasado entre medias lo conocemos por los propios protagonistas, a través de sus canales de redes sociales y de los medios oficiales rusos. Quizá por eso hay mucho que no conocemos.
Ni siquiera estamos de acuerdo en la calificación de lo que ha sucedido. ¿Rebelión? ¿Motín? ¿Sedición (con perdón)? ¿Levantamiento? ¿Intento de golpe de Estado? ¿Embrión de guerra civil? El líder de los mercenarios del grupo Wagner, Yevgueny Prigozhin, en el que Putin se apoya para las tareas más sucias de la guerra en Ucrania, llevaba muchos meses criticando abiertamente al ministro de Defensa y al jefe del Estado Mayor rusos por, según él, retrasar envíos de material o ralentizar sus operaciones.
Hasta ahí, se puede entender como un contratista exprimiendo a su principal cliente. Pero el viernes todo cambió: Prigozhin publicó un vídeo en el que desmontaba todas las mentiras del Kremlin sobre la guerra y afirmaba que el ejército ruso había disparado contra sus hombres.
De madrugada, asaltó un puesto militar en el sur. A continuación, anunció que marchaba con sus tropas hacia Moscú, donde se preparaba ya una defensa militar. En la noche del sábado, con sus hombres a 200 kilómetros de Moscú, se anunció un acuerdo.
Las consecuencias de tomar las armas contra Putin son… ninguna. Los mercenarios de Wagner detuvieron el avance y volvieron a sus posiciones. No serán perseguidos. En cuanto a Prigozhin, no será procesado y se irá a vivir a Bielorrusia. No se preocupe. A estas horas, que sepamos, los mejores servicios de inteligencia del mundo están tan desconcertados como usted.
Los acontecimientos han sido un shock para la comunidad internacional y todavía nadie puede aventurar en qué cambiarán la guerra y la propia Rusia. El poder absoluto de Putin sobre Rusia ha quedado en entredicho por primera vez en dos décadas. La organización de las fuerzas rusas en Ucrania después de esto es un misterio, como su relación con los mercenarios. Tampoco está claro por qué se siente seguro Prigozhin en Bielorrusia, que es el patio trasero de Putin, cuando el autócrata del Kremlin ha sido capaz de matar a sus enemigos hasta en Londres.
En estos dos días hemos publicado algunos análisis que tratan de explicar qué es esto que ha pasado pero parece que no ha pasado pero sí, sin duda, ha pasado.
El analista de seguridad Jesús Á. Núñez Villaverde escribe hoy que este no ha sido el último asalto entre Putin y Prigozhin. “Putin sale perdiendo. Políticamente, incapaz de ocultar una imagen de líder superado por sus propios demonios y obligado a olvidarse de sus amenazas de castigo. Y militarmente, dado que no tiene un sustituto inmediato para reemplazar a Wagner en las tareas que ha ido asumiendo en estos últimos años, no solo en Ucrania, sino también en Siria, Libia, Malí y otros países africanos”. Léalo aquí: No ha sido el último asalto del pulso entre Prigozhin y Putin.
La experta Carmen Claudín escribe Una (corta) ‘larga marcha’ en Rusia: “Los hechos han demostrado que la hipótesis de que el jefe de Wagner pudiera imponerse por la fuerza tenía pocos visos de confirmarse”.
Pilar Bonet, corresponsal de EL PAÍS en Moscú durante tres décadas, escribe Rusia, entre la “larga noche” de Putin y el “fenómeno fugaz de la guerra civil”: “La principal incógnita por despejar en el intento de golpe de Wagner es si la sublevación de Prigozhin supone un acto aislado de un golpista desafiante, el mascarón de proa de una (o varias) familias del Kremlin o ambas cosas a la vez”.
Lluís Bassets escribe Novios de la muerte: “La política en Rusia se hace con chantaje, porra y misil. Todo es falso, antes incluso de que se inventaran las noticias ‘fake”.
Y un editorial de EL PAÍS trata de dar la dimensión de lo sucedido. Rusos contra rusos: “La rebelión del jefe de las milicias privadas Wagner desafía a Putin y abre un escenario impredecible en Rusia”.
Aparte, aprovecho que ya no se puede volver a salir a la calle hasta octubre para recomendarle que llene su tiempo con estas lecturas que no debería perderse.
PABLO XIMÉNEZ DE SANDOVAL